miércoles, 19 de diciembre de 2018


Los ritos que enlazan la furia
escondida en la rutina
crean un espacio a temporal
que descorre su vuelo cuando se cuelgan los consabidos atavíos
Allí emerge la estocada , candente precipitada hacia la carne 
dispuesta, receptiva, irreconocible en la breve penumbra
Entonces se desata un huracán de besos y caricias
sin ojo que lo gobierne
Llega el alba y con ella la calma
Solo quedan memorias dispersas
Todo vuelve a empezar

miércoles, 8 de agosto de 2018


Juegos de la Mirada


Donde hay músculos, tensión, facciones angulosas y estéticas curvaturas, aparecen figuras en

mármol, entreveradas, captadas al instante por una vista aguzada.

Solo con entrecerrar los ojos se confunden hombres, verde y cielo en una mezcla de proporciones

únicas, con sepias , ocres , azul cobalto plasmado en un lienzo inagotable.

Las estampas recrean amplios movimientos, volteretas en el aire, giros que impactan , rodillas

que al flexionarse se elevan en exquisito quilibrio buscando las fauces enrejadas.

La celebracion del sonido, presente, disonante, arrastrado, jadeante, gritado, salivado,

envolvente.

En la fiesta de colores, imagenes y relieves el fútbol hoy imitó al arte









OJOS DE CIELO
El escritor escucho un aullido, sentado en su escritorio en la planta alta de la cabaña,
sintió curiosidad, miro por la ventana que daba al tejado, presto atención esperando
que se repitiera ese inquietante sonido animal.
Más allá, en el horizonte, se dibujaba la silueta de la montaña a la que ascendía
cuando la nostalgia resultaba intolerable. Desde allí veía las luces de la ciudad en la
que en otro tiempo tuvo su casa, su familia, su vida entera.
Volvió la vista sobre el armario con la foto volcada hacia abajo, de su mujer e hijos.
Hace unos años había pactado consigo mismo no conectarse con aquel recuerdo; que
lo llevaba a la escena del fatal hallazgo que tanto lo torturaba. Los cadáveres de su
familia permanecían intocables en su memoria así como cada uno de los detalles del
día fatídico.
La soledad que se impuso para escribir su novela, lo aislaba de toda posible conexión
con el recuerdo que tanto dolor provocaba cada vez que aparecia.
El aullido que había escuchado ahora se tornaba más cercano y alternaba con
gruñidos. Tuvo miedo, fue a buscar su escopeta en la planta baja y se quedó
agazapado en la ventana esperando que apareciera la silueta peluda.
De pronto brillò en la nieve una mirada casi blanca montada en un andar sigiloso; puso
la escopeta lista para disparar y recordó que la distancia debía ser corta para acertar
al blanco.
En un instante se cruzaron las miradas y vio su reflejo en las pupilas fulgentes.
Ya no pudo disparar, su dedo se congelo en el gatillo.
Se se plantó en su mente una pregunta
¿Cómo pudo el hereje cegar la vida de su familia sin titubear?
Se abrio un instante eterno.
Sintió una paz abrigadora al darse cuenta de que a pesar de tanto dolor su compasión seguía allí.
EL lobo y él se hermanaron en la espera sin prisa del día de su muerte
Sospecho que volverían a cruzarse.